La Prof. Josefa Sabor falleció hace pocos días.
Les dejo algunos comentarios realizados por quienes la conocieron en persona, provienen de la lista de correo yahoo a la que esta biblioteca es subscrita.
Acabo de recibir una muy triste noticia. Hoy nos dejó la Profesora Josefa Emilia Sabor .. Pepita para todos los bibliotecarios que la conocimos, que conocimos su obra, su profesionalismo, la mirada, el andar y el aire de una bibliotecaria que aunque nació en España tuvo en su espíritu siempre al país que adoptó.
Junto a Carlos Víctor Penna, Reinaldo Supárez, los hermanos Pogliani, el matrimonio Lois, Omar Lino Benitez, conformó lo que la misma Sabor denominó la "Generación romántica de la bibliotecología", un grupo de jóvenes que quisieron hacer crecer la profesión bibliotecaria, andando el camino que llevaba a cambiar procedimientos, a actualizarlos y alcanzar un reconocimiento en la sociedad argentina y en los países de la región, que los llevo a brillar en el universo bibliotecario.
Para celebrar sus 90 años, en el año 2006, desde ABGRA me puse en contacto con ella, con la colaboración de una de sus grandes amigas, Judith Martínez, para que nos hiciera llegar su biografía, lo que ella quería transmitir sobre su vida a la comunidad bibliotecaria y el texto que recibí me impactó por su sencillez. Sabor podría haber escrito un tratado sobre su trayectoria y sin embargo en dos simples carillas plasmó su vida. Creo que solo los grandes pueden mostrarse con humildad y Sabor lo hizo.
Claudia Rodrí8guez
Agencia Argentina ISBN
Cámara Argentina del Libro
Estimados Colegas:
Con profundo dolor lamento comunicar, a la comunidad bibliotecaria de la Lista ABGRA, la triste noticia del fallecimiento, en el día de la fecha, de nuestra queridísima Josefa Sabor.
La despedida será mañana, jueves 12 , de 12.30 a 13.30, en Velatorios y Sepelios Lavalleja, calle General J.A. Lavalleja 1556 de la Ciudad de Buenos Aires y sus restos serán inhumados en el cementerio de La Chacarita.
Cordialmente
Susana Iriondo
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En el año 2006, con motivo de cumplir 90 años, ABGRA le solicitó su biografía, y este es el texto que redactó e hizo llegar.
SABOR, Josefa Emilia. Nació en Villanueva de Arosa, Pontevedra (España) el 23 de noviembre de 1916, hija de Francisco Sabor, nacido en el mismo lugar, y de Carmen Riera, santanderina, que forman su hogar en Buenos Aires. En marzo de 1918 llega con su familia a esta última ciudad, donde transcurre toda su vida. Se recibe de maestra normal nacional y se gradúa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, primero de profesora de Historia y posteriormente de Bibliotecaria. Actúa fundamentalmente en el campo bibliotecario y forma parte de la llamada La generación del 40, que afronta la modernización de la bibliotecología argentina, incorporándola a la escuela anglo-americana. Dirige distintas bibliotecas, entre ellas las del Museo Argentino de Ciencias Naturales y la Central de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad.
Interesada en la formación profesional de los bibliotecarios, desempeña en varias oportunidades, 1955-1970, la dirección de la Licenciatura en Bibliotecología y Documentación de su Facultad, formulando nuevos planes y elevándolos al mismo nivel de las demás carreras de esa casa de estudios. Ejerce como profesora de Referencia “ Bibliografía “ Documentación hasta alcanzar la titularidad con dedicación exclusiva. En 1967 funda el Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas, primero en América Latina, poniendo en marcha un amplio plan de investigación y varias series de publicaciones. Actúa como experta de OEA y UNESCO en distintos países iberoamericanos, 1952-1977. Entre 1956-1972 es miembro representante de América Latina del Comité Consultivo Internacional de Bibliografía, Documentaci8ón y Terminología de la UNESCO, París. Ha obtenido tres becas para perfeccionarse: de la UNESCO y la OEI, 1958-1959, para estudiar documentación en España, Italia, Alemania, Francia y Brasil: del Departamento de Estado, Estados Unidos, 1963, beca de “leader†para analizar la enseñanza de la bibliotecología en diez escuelas universitarias norteamericanas: del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina, 1983-1985, como investigadora formada.
Ha dictado, tanto en la Argentina como en el exterior numerosos cursos y conferencias, participado en congresos y jurados. Su producción bibliográfica es extensa, destacándose entre sus obras las tres ediciones del Manual de fuentes de información, 1957-, 1967, 1978; Manual de bibliotecología, numerosas ediciones, 1951-1984; Métodos de enseñanza de la bibliotecología, 1968; Pedro de Angelis y los orígenes de la bibliografía argentina, 1995 (primer Premio Academia Nacional de la Historia, 1991-1992. Por la misma obra sobre de Angelis recibe en el año 2004 el Primer Premio Nacional de Historia y Arqueología, Producción 1994/1997), a los que hay que agregar más de setenta artículos, reseñas, ponencias, informes, peritajes, etc.
Recién me entero, con gran pena, del fallecimiento de Pepita Sabor y quiero compartir, como un homenaje mínimo, mis recuerdos de ella. Sobre todo, porque tuve la enorme oportunidad de reactivarlos y enriquecerlos en 2006
Josefa Sabor me abrió las puertas al amor por la bibliotecología, en 1965, acá en San Juan, durante un curso que ella, como directora de la Escuela de Bibliotecología de la UBA. dictó, conjuntamente con Emmajovencita con la boca abierta, y cómo me transmitió, con sus relatos, vivencias, recuerdos y opiniones, parte de su amor por la bibliotecología, como impronta para el resto de mi vida.
Quiero relatar cómo, en 2006, tuve la inmensa e inmerecida oportunidad de compartir una larga charla con Pepita, en su departamento de Caballito. Ocurrió que, en 2005, leí que le habían otorgado el Primer Premio Nacional en Historia, por su obra sobre Pedro de Angelis (sobre esta obra, ella me refirió que había pasado 20 años recopilando datos y documentación, antes de escribirla) y, dado mi aprecio por ella, le escribí para felicitarla. En forma increíble, recibí carta de su puño y letra, agradeciéndome y recordando su visita a S.Juan. Así fue que al año siguiente, al viajar yo a B. Aires, me invitó a tomar el té con ella. Hoy me quedo más pasmada que entonces de haber estado tan naturalmente al lado de persona tan excepcional, quizás la mayor personalidad argentina de la bibliotecología. Cosa que no buscó, como a veces sucede en las vidas.
Transcribo a continuación, lo que yo misma titulé:
"Recuerdos de Josefa Sabor: sus inicios en la bibliotecología. (charla informal en su domicilio con Alicia Rodas 29/10/06).
Nace en 1916, en un pueblo cercano a Santiago de Compostela, Villanueva de Arosa. Sus padres ya se habían radicado.en Buenos Aires, naciendo aquí sus hermanas, pero su padre enfermó y le diagnosticaron por error cáncer de estómago. El papá decide regresar (a morir?) a su pueblo natal, pero allí le dicen que fue un error, sólo era “morriñaâ€, término que Pepita empleó y explicó como típico gallego. Allí nace Pepita y su padre pronto regresa a Buenos Aires donde le iba bien y conservaba su trabajo. Luego le sigue la familia.
Pepita elige como carrera Lic.en Historia en la UBA. Cursando el 3er año, en 1937, muere repentinamente el padre, lo cual acarrea a la familia inseguridad económica. Debe trabajar y le ofrecen ingresar como auxiliar a la Biblioteca del Instituto de Historia de la UBA. Allí trabaja durante unos años y aprende a “hacer todo lo que no se debe hacer†(sic.). En 1941 se crea el Instituto Bibliotecológico de la UBA, a cargo de Ernesto Gietz, y el cuñado de Josefa Sabor, Augusto Raúl Cortazar, es comisionado para crear el Catálogo Colectivo de libros de Bibliotecas de la UBA. Con muy buen criterio llama a trabajar con él a Carlos V. Penna, a Josefa Sabor y ésta a su vez recomienda a Emma Linares.
Carlos V. Penna, de grado de suboficial de la Marina Argentina, había sido destinado a organizar la Biblioteca de esa repartición. Para fortuna nuestra, el militar que lo destinó -posiblemente viendo su interés y dedicación- decidió enviarlo a EEUU para su formación como bibliotecario. Esto se efectuó en la Univ. de Columbia, en ese entonces una de las mejores en esta disciplina. Penna fue, con poco inglés y menos bibliotecología, y volvió con una fuerte formación que fue el puntapié inicial para su formidable carrera de bibliotecario. A su regreso fue jefe técnico del Servicio de Bibliotecarios de la Marina de Guerra Argentina en Buenos Aires y luego fue llamado por Cortazar al Inst. Bibliotecológico.
Es Penna, según relata Pepita, el que le insiste que estudie la carrera de bibliotecaria en la UBA "
Hasta aquí mi transcripción de esos recuerdos, que tuvo la gentileza de contarme. No puedo creer, ahora que lo reflexiono más, las amabilidades que tuvo conmigo, las 2 o 3 horas de conversación animada que, casi increíblermente para mí, mantuvimos. Esa sencillez, esa modestia que no era falsa ni buscada, sino natural a los seres que valen verdaderamente, que no necesitan de auto-alabanzas, que saben que han cumplido hasta el fondo con el papel que sus condiciones personales y su momento histórico les pusieron por delante.. Lamentablemente, también que no había quedado nada por hacer. Esa idea es la que me transmitió. Me dijo que ese año (2006) había anunciado en la Sociedad Científica Argentina, cuyas actividades iniciaba anualmente con una charla, que esa era la última, que se retiraba de las actividades profesionales. Ante mi protesta, mi intención de convencerla de que no hiciera tal cosa, me dijo que estaba cansada. Aparentemente, la muerte reciente de su hermana Angeles la había golpeado profundamente. Sin embargo, yo la veía tan vivaz todavía, tan entera, clara en sus reflexiones y recuerdos, que me costaba aceptar tal decisión. Claro que no estaba yo a altura de discutir con ella al repecto, ni de intentar cambiar su decisión. Pero fue duro entender que estaba decidida a no seguir en su actividad profesional, ni prácticamente con ninguna actividad. Si bien no me lo mencionó, no fue sorpresa enterarme al año próximo que había ingresado por propia voluntad a un geriátrico. Ayyy, qué pena, Pepita. Te entregaste.... pero, tendrías tus razones y eras libre de hacerlo.
Aquí quiero relatar una anécdota negativa que Pepita me contó en ese momento. Es lamentable, pero conveniente divulgarla, porque quizás es la última lección que nos deja.
No hacía mucho tiempo que se había dirigido a una Biblioteca universitaria (no quiso dar el nombre, porque su forma de ser era muy discreta y sencilla) y consultó en el mostrador por un libro. La respuesta que le dieron es que hiciera su consulta en la computadora. Así, a secas. No le preguntaron si sabía manejarse en las nuevas tecnologías, nada. Josefa Sabor, sencillamente, agradeció, dio media vuelta y se fue.
Me lo contó muy desilusionada. Es verdad que fue su decisión, buena o mala, pero respetable, no aproximarse a las nuevas tecnologías. Pero ella entendía, con justa razón, que debieron preguntarle, más al ver su edad ya mayor, si sabía como hacerlo. No volvió a arrimarse a ninguna biblioteca.
En fin, sin agrandar la cosa, creo que los colegas que la han conocido, algunos mucho más cercanos a ella que yo, sentirán junto conmigo la pena de que a tamaña personalidad de nuestra profesión, pensadora profunda reconocida mundialmente, se le haya inferido, seguro no intencionalmente, tamaño maltrato. No importa que no hubiera intención. Tampoco importa que la persona que lo hizo ni siquiera lo sabrá nunca, porque Pepita, en su modestia y sencillez, era incapaz de hacer el justo reclamo que ese trato merecía. Porque es realmente maltratar a una persona (cualquiera, no digamos ya a Josefa Sabor) al no proporcionarle las facilidades mínimas para hacer una consulta en una biblioteca. Para eso tanto estudio y carreras y reuniones ????, cabe la pregunta.
Quiero dejar esta anécdota para reflexión de todos. Nunca un usuario de biblioteca debería dejarse ir sin haber agotado los medios a nuestro alcance para brindarle respuesta adecuada. Y que le ocurriera a Pepita Sabor, ya anciana pero siempre clara y profunda en su pensamiento y acciones. Qué dolor ! Hoy vuelve a dolerme como le dolía a ella cuando me lo refirió.
Nada más, sólo adiós a una grande, como leí en otro recuerdo. La inmortalidad es quedar en el recuerdo. Y esa inmortalidad Josefa Sabor la tiene ganada con creces.
Bibl.Nac. Alicia Rodas